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Re-aprendiendo

Escrito

(escuchando “WORK Jazz – Concentration Relaxing JAZZ for Work and Study” @ YouTube )

De todas las cosas que han pasado este año, el re-aprender a estar conmigo ha tenido sus vericuetos de varias maneras (y todas maravillosas).
Re-aprender tiene distintas aristas que no se ven al primer contacto emocional.

Debes re-aprender a entender todo tiene un tiempo y espacio finito.
Pareciera una frase muy convencional. Un lugar común dentro del juego y giro lingüístico adoptado por un hare krishna consumado por el ego y no por los balances del amor y la razón. Sí. Es bastante cómodo escribir y hablar de ello, una vez que estás fuera de la ecuación.
Estar dentro de sí mismo debe ser una re-flexión objetiva, clara y concisa. Quizá, podría carecer (o tener) demasiados eslabones. No obstante, hay varios caminos para llegar a uno de los primeros fines: conocerse a sí mismo.

Todo y nada está en constante (des)control.

Una frase motivacional (un lugar común).
Tenemos todo para tener el control absoluto de las cosas, pero ¿de todas las cosas que están a nuestro alrededor?
Dependerá de qué cosas quieres. Sin embargo ¿vale la pena?
A medida de la madurez (y el envejecimiento alienado a nuestra condición humana), esto se ha tornado interesante. De lo único que podemos tener “cierto control absoluto” es de nuestras emociones y la manera en la que racionalizamos. Ojo, no quiero decir que seas un obsesivo con ello (dichos actos, pueden causar estrés y posible calvicie ;) ).

¿Qué tanto te conoces?

¿Qué quiero controlar de mis emociones?

Hace unos días, tuve una discusión sobre cómo cambiar el mundo y la perspectiva de la historia (a grandes rasgos, qué puedo aportar al mundo para que la gente no se crea las estupideces de los otros)… Esa, era una de las “misiones” como humano para ayudar a “despertar” a la gran parte de inconsciente colectivo. Esto (después de una larga reflexión), me llevó a entender los fines para los cuales “debía” hacerlo. Se juntaron los factores: una “labor social”, “le debo al mundo”, “hay que compartir el conocimiento” y un largo y (afortunado y finito) etcétera.
Cuando empecé en esto de los blogs, tenía varios motivos. Escribí sobre política, diseño, filosofía, música, antropología y las cosas que me inquietaron. Tristemente, la vida no me da para todas las cosas que en realidad deseo desarrollar a un nivel personal más íntimo. Así, con el paso de los años, me volví intolerante, pensé que todos debían tener una postura crítica (y criticar su propia postura) y no venderse ideológicamente.

A la gente parece no importarle eso.
Su reflexión sobre la realidad es obtusa y están cómodos con ello. Les fascina. Es más, matarían por no abandonar el sistema. Eso, a esta edad, es triste. Debería dejar de importarme. Pero ¿cuál es el fin de la crítica si me sumo a ese largo listado de conformidad? Entonces ¿para qué estudiar Filosofía?

Si empezara a leer mi TL en Twitter, vería que en realidad ya es un acto impulsivo, reaccionario y efímero. La gente no cambiará. Los fachos seguirán siendo fachos y los que creímos en un cambio, estamos criticando de nuevo (al parecer, no hay un reboot ideológico claro de parte de AMLO). La mejor (y clara) opción ante ello, es seguir escribiendo con argumentos sólidos y contundentes. No más. La generación de ideas se da por medio de la demostración clara y sencilla. La detonación de ideas debe ser en un contexto concreto y con cierta complejidad. Re-descubrí que vuelco mis emociones en un lugar donde claramente, todo es una ilusión.

¿Por qué controlar las emociones?

El silencio es una de las categorías infravaloradas.

Sé feliz por 19.99
Acaba con la crisis de los malos sentimientos por 29.99

Pienso en todo el emotional branding , el esfuerzo que nos mantiene a flote en una sociedad digital hiper-excitada por demostrar nuestro estadio hedonista. Somos (en gran parte) seres mesurables. Nuestras emociones, nuestros pocos momentos de racionalidad… Todo es medible.

Recordando a Schopenhauer y su libro El arte de ser feliz hay un pasaje que considero importante en estos momentos, donde la vida colectiva lleva un fuerte entusiasmo de consumo iracundo.

Se pueden evitar grandes males si se limita el propio ámbito de acción, si se frenan las apetencias y se evitan los castillos en el aire. Fantasear con sucesos felices sólo hace más insoportable la existencia y más grande la decepción.

El silencio, aporta una gran cantidad de inflexiones en tanto sepamos qué, por qué y para qué. Constantemente, añadimos (ya sea por medio de la creación, re-creación ó aprendizaje) nuevas epistemes a nuestros sistema de pensamiento. El silencio me ha dado (en gran medida), una visión amplia del espectro presente.

Re-crear el balance

Para alguien que ha sido diagnosticado con TDAH en una etapa adulta, fue algo que no esperaba.
Leer, entender y vivir con este diagnóstico ha sido un nuevo reto.
Podría escribir sobre el proceso de medicación y la experiencia en los últimos seis meses. Re-pensar en una persona que no tiene filtros, vivir y controlar los impulsos, re-capacitar día a día sobre la experiencia y transformar ese molde a uno que adapte las capacidades a nivel cognitivo y emocional, es una meta diaria.

Límites.

Todo tiene límites. Me es claro cuando lo traslado desde un punto de vista bidimensional. De un punto A a un punto B, atiendo lo que debo focalizar. Terminar paso a paso y no saturar mis actividades.
Agendar y aprender a decir no. Es el nuevo mantra de vida. ¿Beneficios? Una vida sin estrés.

Entender el principio de las cosas.

No hay una escuela para ello. Platicar, escribir y re-encontrarse con tus puntos débiles (así como la aceptación de ellos) trae nuevos niveles de confianza.
Ser ermitaño, no es sano. Atiendo a la necesidad de la interlocución (siempre y cuando atienda los principios de argumentación)

¿Y la esperanza, apá?

No hay mal que por bien no venga.

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