Un sitio demasiado personal

Bienvenido al blog. Este es el diario personal de Jorge Cocompech. Encontrarás artículos relacionados a Filosofía, reseñas tecnológicas, sobre algunos discos que escucho a lo largo del día, audios hechos podcast, y algún tip para TXP

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Hace tiempo que no escribía en uno de los gestores mas amigables para esto.

Pensé ¿cuándo me dio por escribir en un blog?
Empecé a recrear el tiempo/espacio en esto de bloguear. Fue por ahí de 2003 cuando comencé a tener un acercamiento con esto de los weblogs. Una reunión con algunos individuos con Eduardo Arcos, Raúl Ramírez, Gustavo Arizpe, Abelardo Ojeda y uno que otro personaje perdido en el limbo de los recuerdos.

Escribí, perdí DB, perdí dominios y quizá perdí el ánimo de escribir.
Hablé y grabé una serie de podcast en la vorágine del tiempo para hacerlo con Omar Mendoza y Arturo Garrido.
Grabé memorias de la Filosofía con el entrañable Miguel Ángel Torres Vera (qepd).
Caí, recaí y volví a caer.

Entre los senderos del norte de México, los días lluviosos del sur. Entre la niebla de Guate. Sobre las calles de Narvarte. Los días en el tráfico hacia Tláhuac. Entre uno que otro viaje perdido en el mundo… Entre las cosas de la vida: decidí escribir en un blog.

Escribir, es uno de los viajes en el cual, está la comodidad de las letras. Está el sueño de escribir para mí y compartir las experiencias con los demás.
Escribir nos da vida. No importa desde dónde escribas y qué cosas escribas.
Escribe para la vida. Re-flexiona cada instante.
Olvida un poco Instagram, Twitter y Facebook.
Escribe en el horizonte digital. Enfrenta tus miedos y busca tu estilo.

Bienvenido seas de nuevo, a este espacio.

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Publicado el 5 de Febrero del 2006 en Podcast.
(escuchando “Giving” de Collective Soul)

Antes de cualquier cosa, gracias a las personas que han bajado el 1er Podcast. Me da mucho gusto saber que la gente está contenta, y gracias a sus críticas (sobre todo en cuanto a la producción del mismo) estoy mejorando.

Contamos con un nuevo mic. Gracias a Edmundo por la recomendación.
Sin más preámbulo, les dejo el link para poder descargar directamente el podcast, así como la manera en la cual puedes descargarlo desde iTunes o desde Odeo

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Desde hace algunos días, Eva sueña rarezas los fines de semana.
Alguien me pregunta, ¿por qué en esos días?

Bueno, porque durante el transcurso de la semana no tiene tiempo ver las noticias, pues está pegada a su computadora; buscando una manera de escapar del mundo real.

Escucho otra interrogante:
—¿Es algo estilo “Matrix”?—

No sé. Pero las imágenes dibujadas por Eva me parecieron muy normales (con las locuras que a veces ocurren en la vida diaria, los sueños parecen más normales que la misma realidad).

Un día, comenzó a caminar sobre la Avenida Insurgentes a la altura del Circuito Interior; de pronto, sintió que el piso se desvanecía y que caminaba sobre el tráfico insoportable poco después del mediodía. Los policías, veían su rostro como si fuese un ángel extraviado. Los niños de la calle corrían tras el júbilo de su vuelo. Los “viene, viene”*, ya no ayudaban a su cliente a estacionar su vehículo. El cielo era casi perfecto, como en los cuadros de Monet. El ruido de los carros era una orquesta bien dirigida por un oficial situado en medio de la avenida; pareciera que fuese el director de cámara; y cuando grita, le recordaba a Pavarotti interpretando “Las Bodas de Fígaro.”
A su vez, los peatones formaban una cadena humana y parecía que cantaban el coro de esa canción que a Eva y su madre gustaba tanto . .

Al despertar contemplaba el sol sabatino. Preparaba el riguroso café mañanero, alzó el teléfono y miró el identificador de llamadas. . .

—¿Esteban?, si supieras lo que soñé anoche wey, ¿dónde estás?—

Tras escuchar otra voz en el teléfono y recibir la noticia se dirigió al librero, tomó la foto de Esteban y sonrió.

—Gracias por la sinfónica de anoche. Extrañaba esa canción.—

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Todo es lo mismo.
El callejón donde vivo sigue igual, a pesar de los años, a pesar de todas las cosas ocurridas.
El pavimento agrietado, los focos caídos, la pintura de las casas, todo sigue su curso natural.

Alguien dice “que las cosas caen por su propio peso”.. yo soy muy escéptico de esas palabras.

Alguna vez soñe con tenerlo entre mis manos y sentir las venas de su cuello. El latido de su corazón…Ver la desesperación de sus ojos…Tomar una pistola y matarlo.

Sentía que se moría, que se desvanecía, que se caía, que no estaba aquí.

—¡¡¡Desgraciado… ¡¡¡Lo está matando… ¡¡¡Alguien que ayude al joven—
Gritaba una señora que parecía estar más pendiente de mí que de él, tirado en el suelo.
—Te va a llegar la chingada pendejo—
Le dije eso y me acerque a su oído para sentir el miedo.
En tanto, veía sus ojos, lejanos y sorprendidos.. Lo había descubierto. Apretaba más su cuello. La gente temía acercarse al lugar. Nada me podía detener. La intención era más clara. En un instante, empecé a recordar las cosas que vivimos juntos: Nuestro primer viaje sin nuestros padres, el verano en la playa, la noche que nos llevaron al corralon por tratar de ligar a la novia de alguien.
Tantas imágenes que me llenaban los ojos de lágrimas.. No sé si de furia o de tristeza… De alegría u otra sensación.. El cuerpo se ponía caliente… Mis brazos se tensaban cada vez más. Comenzaba a sentir el cuello frío…Me faltaba el aire.. Comenzaba a ver todo borroso.

El latido de su corazón se perdía con el ruido.. Ese callejón era perfecto…

De pronto, dos policías corrían hacia nosotros… Tan llenos de culpa… Tan gordos de corrupción… Corrían y caían.. Uno de ellos se golpeo la cara contra el pavimento.. Comenzó a sangrar… Se desmayó.
Su compañero no miró atrás.. Veía con toda la intención de golpearme… Su cuerpo se hacía cada vez más pesado… Las piernas le flaqueaban. También le costaba respirar. Atinó contra mi hombro con la macana. Caí sin soltar a mi enemigo… El oficial me golpeó la cara… Me desmayé.

No supe nada más. Empezaron a llegar unos ruidos muy raros… Oía una sirena… el beep de algún aparato..
Los llantos de alguien conocido… Los rezos de un cura… reconocí el olor a flores… ví una luz blanca… Lo veía a él… ¡Vivo!
Se desvanecía… miraba tan distante a un médico.. Un ángel… A mi hija…

Y ya no supe que otras cosas aparecían frente a mí…
Sólo podía percibir la terzura de su piel. Sus lágrimas de perdón.
Era tarde… Yo moría…

El autobus se detiene y alguien me dice:

— Joven, ya llegamos…¡Mire! alguien lo saluda—

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—¿A qué hora contestará mi mensaje?— mientras el humo del cigarro llenaba la ansiedad alrededor de las manos.

La pantalla parecía cegar las ilusiones. Sólo estaba concentrado en el pulsor de IM. Parpadeaba como el latido del corazón. La música era parte del cortejo virtual. Tintes de EBTG y la voz de Victoria Abril (tras la silla se encuentra el televisor transmitiendo la película “Bendito Infierno”) hacían recordar su cuerpo.

—Carajo, ¿y si le envío otro?… No sería muy apresurado … — La garganta siente los estragos de los últimos días de sobriedad. Está seca y sin deseos de nombrar algo que no sea elocuente.

En la parte inferior de la ventana del IM, se lee : Ella está escribiendo:

—Hola, como estás?— (¡respondió!) Mientras la alegría vuelve al rostro del joven.
—Haber, no te pongas nervioso. No pasa nada. Responde diplomáticamente y no trates de verte lanzado.
—Hola, chica ¿cómo te portas?— ¡Puta!, que güey me ví, ¡ ¡Ni que fuera su mamá ! !
—Pues, creo que bien, siguiendo las instrucciones del manual.(Ella toma el cigarrilo, inhala suvamente, y lo deposita sobre el cenicero. Se toca la barbilla para hacer la siguiente pregunta) Cómo has estado? Que me cuentas de tu vida?—

A tantas preguntas (y nervioso, por supuesto), él tenía que relajarse y mover suavemente mis manos sobre el teclado.

—No es normal que me ponga así. Además está a muchos kilometros de distancia.Tranquilo.—

—Me he portado… Ya es ganancia.. De mi vida, pues lo mismo de siempre, trabajo sobre trabajo, nada nuevo. Me he mudado a otra ciudad, el ritmo del DF ya no era para mí. Aquí me siento más lleno y con vida. Me hacía falta un cambio de este tipo. Y tu, ¿qué tal?—

—Pues ¿A qué ciudad te has mudado? Mira, te dejo de ver un par de meses y ahora tienes un giro en tu vida. Bueno, yo dejé de vivir en Monterrey y ahora vivo en Cancún— ella, tomaba el vaso de vino y degustaba el sabor del viento. Esperaba que él respondiera de inmediato.

Al ver la noticia sobre la pantalla, él se sintió como bendecido. No lo podía creer. De todas la ciudades en que ella pudo haber estado, se situaba en Cancún.

—¡También vivo en Cancún!, muy cerca de Plaza Las Américas.¡Wow!, no lo puedo creer. ¿Por donde vives?—La emoción había golpeado su corazón como esa vez que besó a mi primer novia.

—Vivo cerca del puerto. La verdad no conozco muy bien la ciudad, pero nos podemos ver en unos minutos, Perdón, si no algún compromiso. Lo siento, la emoción me hace decir disparates— Tomó el vaso y terminó su bebida. Inmediatamente se sirvió de la botella. Pensó rápidamente…

—¿Y si te doy la dirección? Digo si no puedes hoy, nos podemos ver mañana. Dime cómo andas de tiempo. Tengo muchas ganas de verte Tristán.—

—Claro, mira, te doy el teléfono de mi celular.##-@#¢∞¢@¬. Dime mas o menos a qué hora voy por ti. ¿tienes celular, Paula?—

—Si, es el #¢÷∞@¢@¢¢¢. Mientra llama con toda confianza a este #. Mira, nos vemos a las 9 p.m. ¿va?
—Sí, perfecto. Nos vemos a las 9. No me despido, seeya.
—Hasta al rato, Tristán, no sabes lo feliz que me hace saber q estás aquí..—

Ella se ha desconectado.

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